El zumo de membrillo es diurético (resulta beneficioso para los casos de retención de líquido y para los niveles de ácido úrico alto); astringente (perfecto para normalizar el tránsito intestinal); regulador de la hipertensión (por su alto contenido en potasio y bajo en sodio); y controlador del colesterol (un elevado contenido en fibra del membrillo favorece mantener unos niveles óptimos de colesterol en sangre). Por si todo esto fuera poco, el membrillo, especialmente consumido en zumo, puede ayudar a regular y reducir la absorción de las grasas en nuestro organismo. Además, otra ventaja: el zumo de membrillo tiene mejor sabor que el membrillo fruta… Y mucho menor nivel de azúcares que el dulce de membrillo.
Otra de las bondades del membrillo es su contenido en ácido málico, ácido orgánico que forma parte del pigmento vegetal que proporciona sabor a la fruta. Dicho ácido tiene propiedades desinfectantes, además de favorecer la eliminación de ácido úrico. El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, interviene en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
La pulpa presente en el zumo de membrillo destaca por su contenido en pectina, fibra soluble que ejerce diversas funciones orgánicas. A la pectina se le atribuyen efectos benéficos en caso de diarrea ya que reduce el tránsito intestinal al retener agua. A esta acción se une la riqueza en taninos del membrillo, sustancias con propiedades astringentes y antiinflamatorias. Al consumir taninos contribuimos a secar y desinflamar la mucosa intestinal (capa que tapiza el interior del conducto digestivo), por lo que el consumo de zumo de membrillo resulta eficaz en el tratamiento de la diarrea.
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